ALMA DE PECADOR

ALMA DE PECADOR

Arrastrándome en la oscuridad como un demente
me entrego a mi destino sin pedir perdón
porque no pretendo redimirme ante dios.

No necesito un sacerdote, ni siquiera un diácono
ni que nadie se apiade de mis tristes lamentos
ni siquiera que pierda su tiempo con mi confesión.

Jamás pertenecí al universo de los virtuosos
me considero un ente en la escala evolutiva
un depredador maquiavélico digno de posesión.

El infierno me atrapó en su red perversa
como un despojo vago cubierto de hipocresía
lo que toco se reviste de lodo, hasta mi alma de pecador.

EURIDICE CANOVA
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