EL MEDIO DIVINO
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EL MEDIO DIVINO
EL MEDIO DIVINO
Teilhard de Chardin
En sí la Muerte
es una debilidad incurable de los seres corporales,
complicada en nuestra Mundo
por la influencia de un pecado original.
La Muerte es el tipo y el resumen de estas disminuciones
contra las que nos es preciso luchar
sin poder esperar como resultado del combate
una victoria personal directa y a la vez inmediata.
Pues bien, el gran triunfo del Creador y del Redentor,
en nuestras perspectivas cristianas,
es haber transformado en factor esencial de vivificación
lo que es en sí una fuerza universal
de disminución y de desaparición.
Dios, para penetrar definitivamente en nosotros,
debe en cierto modo ahondarnos,
vaciarnos, hacerse un lugar.
Para asimilarnos en Él, debe manipularnos,
refundirnos, romper las moléculas de nuestro ser.
La Muerte es la encargada de practicar
hasta el fondo de nosotros mismos la abertura requerida.
Nos hará experimentar la disociación esperada.
Nos pondrá en el estado orgánico que se requiere
para que penetre en nosotros el fuego divino.
Y así, su poder nefasto de descomponer y de disolver
se hallará puesto al servicio
de la más sublime de las operaciones de la Vida,
lo que era por naturaleza vacío, laguna,
retorno a la pluralidad,
puede convertirse,
para cada existencia humana,
en plenitud y en unidad con Dios.
Teilhard de Chardin
En sí la Muerte
es una debilidad incurable de los seres corporales,
complicada en nuestra Mundo
por la influencia de un pecado original.
La Muerte es el tipo y el resumen de estas disminuciones
contra las que nos es preciso luchar
sin poder esperar como resultado del combate
una victoria personal directa y a la vez inmediata.
Pues bien, el gran triunfo del Creador y del Redentor,
en nuestras perspectivas cristianas,
es haber transformado en factor esencial de vivificación
lo que es en sí una fuerza universal
de disminución y de desaparición.
Dios, para penetrar definitivamente en nosotros,
debe en cierto modo ahondarnos,
vaciarnos, hacerse un lugar.
Para asimilarnos en Él, debe manipularnos,
refundirnos, romper las moléculas de nuestro ser.
La Muerte es la encargada de practicar
hasta el fondo de nosotros mismos la abertura requerida.
Nos hará experimentar la disociación esperada.
Nos pondrá en el estado orgánico que se requiere
para que penetre en nosotros el fuego divino.
Y así, su poder nefasto de descomponer y de disolver
se hallará puesto al servicio
de la más sublime de las operaciones de la Vida,
lo que era por naturaleza vacío, laguna,
retorno a la pluralidad,
puede convertirse,
para cada existencia humana,
en plenitud y en unidad con Dios.
Cristiano Mariano- Cantidad de envíos : 133
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Fecha de inscripción : 04/05/2013
José Ángel- Cantidad de envíos : 35
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