EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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Mensaje por Armando Lopez Lun Jun 15, 2015 12:10 am

Todo ocurrió como siempre. Un par de mensajes en el whatsapp y ya sabemos como vamos a acabar. Ella en su pueblo a 40 km de mi ciudad y yo con un solo deseo, pasar una entretenida tarde con ella haciendo lo que mejor hacemos juntos.

- ¿Estás en Barcelona?. -Comienzo la conversación.

- No, las dos últimas horas de clase me vine a casa. Tengo mucho que estudiar.

- Entonces nada, ya hablaremos.

- ¿Qué querías?. - Perfecto ella a mordido el anzuelo.

- Nada era para ver si andabas por aquí y nos veíamos.

- Tengo que estudiar, pero no me venía mal un descanso.

- Ya, pero estás en tu pueblo. - Aunque lo estoy deseando, compruebo si ella tiene las mismas ganas que yo en vernos y comprobar si seguimos en forma.

- Puedo coger el bus, no me importa. Me invento una escusa para bajar, y nos vemos allí.

Dicho y hecho. Ella también tenía ganas de pasar un rato agradable. Eran las 3:45 cuando comencé la conversación por whatsapp y al acabar eran las 3:56. Dependiendo de la urgencia que tenga en calmar mis ganas de arrancar jadeos durante minutos, elijo la persona adecuada para ello. Aquella vez me urgía mucho y así conecté con ella, el perfil que sacia mi necesidad en ese momento.

LLegan casi las 6 de la tarde y estoy con mi coche a la puerta de la estación de buses, ella se acerca con una mochila, rodea mi coche y abre la puerta, dejando ver su tatuaje en la pierna que tanto me pone, se sienta en el asiento del copiloto. Es 7 años menor que yo, de aspecto muy juvenil, pelo negro, flequillo recto, mirada lasciva y de mala leche constante, quizá esa mirada es lo que más me excita cuando somo uno. De complexión mas bien delgada, sin tener un pecho y un trasero descomunal, pero como digo yo, muy bien equipada.
Arranco el coche y vamos en dirección a no sé que lugar, todavía no lo tengo decidido. Vamos hablando de la escusa que la puso a su madre para venir a la capital y así entiendo el por qué de su mochila, viene a estudiar y a las 8 tiene que coger el bus de vuelta. No tenemos tiempo de ir a mi pueblo, apenas a 15 kilometros de Barcelona. En lo que decido a donde vamos se me ocurre algo.

- ¿Puedes hacer algo por mí?. -Pregunto.

- Dime.

- ¿Puedes quitarte las bragas? - Sonrío, es algo que me pone. El hecho de saber que no lleva ropa interior es algo que me supera, y si va con falda no puedo soportar que un montón de sangre vaya justo ahí.

- Estás loco!!! cómo voy a ir sin bragas!? - se escandaliza, pero noto en su mirada que no la horroriza tanto como quiere dar a entender, en el fondo esos juegos la encantan.
Ya tengo el lugar pensado, sigo forzando la máquina intentando que haga lo que le pedí, pero vamos por la ciudad y la da vergüenza que la pueda ver alguien desde una posición más elevada que la nuestra, como un bus o algo por el estilo. Desisto no creo que lo haga.

Nos vamos acercando al lugar, y ya estamos en las afueras, no hay tanto tráfico, ni tantos edificios, estamos cerca de un proyecto de polígono industrial, que se quedo en eso, en proyecto. Tiene aceras, alumbrado, y grandes parkings para las empresas que se iban a ubicar allí. es entonces cuando ensimismado en la carretera veo que empieza a moverse, desabrochándose el cinturón de seguridad. Sé lo que está haciendo, pero consigo no mirar hasta que empiezo a ver por el rabillo del ojo más carne de lo habitual. No puedo evitarlo, miro y efectivamente esta sin shorts y con las bragas por las rodillas cuando se para, sonríe y me dice: - Tú a la carretera, luego todo esto es para ti.
Noto entonces que me deja las bragas encima de mis piernas, y pienso para mis adentros que siempre consigo lo que quiero, mientras empiezo a notar palpitaciones entre mis piernas. La sangre ya está en mi miembro y puedo notar mi corazón en él. Lastima que en el polígono hay gente y me veo obligado a seguir por la carretera que sube hacia un páramo. Mi única salida es buscar un camino de tierra que vaya entre unos pinos o algo por el estilo, yo estoy muy caliente y no puedo esperar más.
Al fin encuentro lo que busco , me meto en él, va a dar a una zona abierta donde han montado una nave para guardar maquinaria agrícola o algo así, la verdad no me importa, solo quiero aparcar mi coche y llevarme a la boca esos labios que llevo queriendo chupar desde que sus bragas están en mis piernas. Es de noche, y no se ve muy bien, es invierno, y detengo el coche paralelo a la carretera. Dejo la radio encendida, y veo como las luces de algún coche que pasa por la carretera nos ilumina el interior del coche.
No sé por qué, pero tengo un problema. Cuando se que todo está preparado para que ocurra, me encanta esperar el momento. Otros hubieran parado el coche y se hubieran avalanzado a su boca sin perder un minuto en tonterías, pero yo no, me encantan esas tonterías.
Salgo del coche cogiendo sus bragas, y según cierro la puerta del conductor y abro la puerta de atrás me llevo sus bragas a la nariz. Es un instante, pero me encanta disfrutar de los cosas breves. No huelen a nada, pero me transmiten frescura. Entro en el coche y cierro la puerta. La invito a que venga a la parte de atrás, cosa que no tarda en hacer y antes de que se acomode pido algo que me encanta, no por el hecho de que lo haga, si no por lo que veo cuando lo hace.
-¿Te importa mover los asientos para adelante? Así estaremos mas cómodos aquí.- Sonrío y me muerdo el labio.
Ella me mira sonríe y comienza a hacerlo mientras murmura: “Tienes una jeta...”.
Entonces se inclina para elevar la palanca del asiento del conductor elevando sus preciosas nalgas, dejándome ver todo lo que esperaba. Evidentemente yo me inclino lateralmente para ver de manera frontal eso que yo mismo voy hacer palpitar en breves instantes. Primero un asiento y luego otro, y no puedo remediar llevarme la mano al pantalón, tengo que colocarme bien porque mi erecto pene no entra en el calzoncillo.
-¿Contento el señorito?. -dice mientras se sienta en la parte que queda libre del asiento. Sonríe con esa cara de pícara que me encanta y no lo puedo evitar, me lanzo a su boca mordiendo, lamiendo y jugando con nuestras lenguas. Esto ya ha empezado y no hay manera de frenar.
Aparto sus manos de su cuerpo y mientras la beso con fuerza ella se deja escurrir en el asiento apoyando su cabeza entre la puerta y el asiento. La tengo prácticamente tumbada en la parte de atrás de mi coche, y no va a oponer ninguna resistencia a todo lo que la proponga, o quizá algo así. Nunca jugo con mi sexo en su boca, y es algo que voy a pedirla. En algún momento me comentó que tuvo una vez un herpes en la boca por practicar sexo oral, y de lo mal que lo pasó, prefiere no hacerlo, no quiere volver a pasar por ese calvario.
Sabiendo esto, tengo que calentarla y hacerla llegar al punto de que lo haga sin pensar. La desabrocho el sujetador sin quitarla la camiseta con mi mano derecha y se encorva. No soy mujer, pero supongo el placer que tiene que dar desabrochar algo que te lleva oprimiendo todo el día, y más, cuando sientes el suave roce de la camiseta sobre tus duros pezones. Deslizo la mano por su espalda con fuerza, quiero que sienta que ahora mando yo, y llego hasta su trasero, haciendo que lo eleve para poder agarrarlo y hacer que prácticamente se tumbe en el asiento. Hinco la rodilla
izquierda en el suelo de mi coche y la derecha la dejo sobre el poco espacio que queda en el asiento. La voy besando por el cuello mientras tengo mis manos apoyadas en el coche pero siempre cerca de su cuerpo. Lo que voy a hacer me encanta. Sentir que sin tocarla con mis manos, solo con mis labios y mi lengua, logro hacer retorcerse a alguien como una lagartija.
Sigo bajando hasta llegar a sus pechos, pero solo me entretengo con un pezón. Quiero llegar cuanto antes a su hendidura, ya que ansío obtener después mi preciado regalo y estoy a punto de estallar. Meto mis brazos por debajo de sus piernas obligándola así a que las abra, y sí, tengo delante de mí, a pocos centímetros de mi boca, aquello que me encanta saborear una y mil veces. No voy directo. Primero beso su monte de venus, rasurado, y después me deslizo con la punta de mi lengua por la ingle izquierda. Ya me dedicó su primer estremecimiento. Bajo por la parte interna del muslo regalándola besitos hasta llegar prácticamente a su rodilla. Subo con la punta de mi lengua pero todavía mas dentro de su muslo, acercándome casi a su ano, y justo al llegar dejo mi rubrica, un mordisquito. Me dedicó su segundo espasmo.
Tras el mordisco y muy cerca de su ano, abro mi lengua todo lo que puedo de ancha y subo por su ingle, acaparando parte de su labio superior, hasta arriba del todo. Vuelvo a besar su monte de venus y muerdo muy cerca del comienzo de su apertura. Ya se revolvió de aquel lametazo buscando que toda mi lengua pasara por donde esta deseando, pero tranquila, como sé lo que quiere la haré sufrir más. Repito la misma operación en la otra pierna, pero esta vez tras el lametazo, vuelvo a mitad de ingle y paso de una ingle a otra dejando caer mi aliento sobre mi credo, mi biblia, mi santa palabra, mi religión. Me dedicó su tercer espasmo.
Tras jugar durante unos minutos a “quieres que lo haga pero tienes que esperar”, no puedo soportar sus jadeos, y situado muy cerca de su ano, ahora sí, ensancho mi lengua todo lo que puedo y más, hasta hacerme daño y lamo toda su hendidura acabando con la punta de mi lengua en su clítoris hinchado. Ahora sí me dedico uno de sus mejores espasmos acompañado de un “Aaaah” que retumba en el coche. Enmudeció hasta la radio.
Juego con sus labios y entro y salgo de ella con mi lengua mientras agarro con fuerza su cintura con mis manos, estoy muy caliente haciendo disfrutar a ésta mujer y se que está disfrutando. Subo hasta su clítoris abultado y lo muerdo con suavidad succionándolo mientras me separo de el.
-¿Quieres más?. -Digo mientras tuerzo mi boca sonriendo con mirada lujuriosa. Sé que si sigo se correrá sobre mi boca, pero la tengo en el punto que quiero. Quiero comprobar como trabaja con su boca sobre mí y es el momento perfecto.

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Mensaje por Armando Lopez Lun Jun 15, 2015 12:12 am

Al hacer aquella pregunta, su respuesta es rápida y eficaz, “Siii” entre jadeos mientras agarra mi pelo con firmeza sin querer dejarme separar mi boca de su apertura. Me separo de ella y la digo mientras la agarro su mano que sigue cogiendo mi pelo. - Quiero que veas lo que tengo para ti. - Me siento en el asiento haciendo que ella en su lado haga lo mismo. Me desabrocho el pantalón pudiéndose notar que mi erección es descomunal. Apoyo mi nuca contra el asiento y hago fuerza con el cuello hacia atrás para poder separar mi trasero del asiento y así bajar mis pantalones.
Al quedarme solo con los calzoncillos y viendo su cara, no lo puedo evitar, hago que mi pene tome vida propia, y mando un impulso de sangre que hace que se mueva de abajo a arriba. Ella sonríe al ver el salto que dio mi ropa interior por arte de magia y echa una mano sobre el bulto. La agarro del cuello para besarla de manera posesiva, la poseo con firmeza, disfruto de sus labios y me introduzco en su boca con pasión mientras ella agarra con fuerza mi erección.
-Es toda tuya, hazme lo que quieras. - La digo mientras mi cabeza no piensa nada ya. He desconectado. Ya soy un animal.
Sigue agarrándome con fuerza pero no avanza, y noto que mi pene está a punto de reventar. Necesito que me quite el bóxer. Supongo que es lo más parecido a lo del sujetador de las chicas. La miro a la cara y ella me mira a mí. Con la mirada la estoy diciendo lo que quiero. Ella recibe el mensaje. Me empieza a desnudar de cintura para abajo. Se agarra a mi y comienza a acariciarme. Yo me estiro como un león justo antes de abalanzarse a su presa. Pero quiero más.
-¿Sabes? Hay una cosa que nunca hiciste y quiero comprobar si eres igual de buena que en el resto de cosas que me haces. -Voy a soltar la “bomba” mientras la miro fijamente a los ojos.
Ella sabe lo que quiero pero no me va a dar el placer. Me suelta rápidamente niega con la cabeza mientras me dice:
-Sabes que no lo voy a hacer. Apenas nos conocemos y ya sabes lo mal que lo pase con el herpes. No quiero volver a pasar por lo mismo.
-Entonces me vas a dejar con las ganas... -No sé cómo hacer para conseguir disfrutar dentro de su boca. - Lo necesito. Nunca lo hiciste y las ganas están tan acumuladas que hoy es el día.
No tiene intención ninguna. La miro con cara de corderito degollado mientras la acaricio la espalda y sí, llega el momento.
Agarra mi pene con firmeza, apretándolo hasta el punto de cortarme la circulación de la sangre mientras me mira con esa cara lasciva. Esa cara por la que me pone tanto. Va arqueando su espalda con un único objetivo mientras me sigue mirando. Me encanta. Deja de mirarme y se introduce mi glande en la boca.
Noto su calor.
Noto su saliva.
No baja mas allá de la corona del glande. Me succiona con fuerza y comienza a subir hasta que se despega de mí oyéndose un tremendo sonido en el coche, como cuando un niño saca el jugo a un chupa-chups. Me mira de nuevo y manteniendo la mirada, abre la boca frunciendo el ceño y enseñando los dientes. Eso me pone. Saca su lado salvaje mientras yo la acaricio el pelo por debajo de la nuca. Siento de nuevo el calorcito de su aliento sobre la punta de mi pene. Me dispongo a disfrutar de otra gloriosa internada en su boca, pero esta vez mas profunda, cuando... ¡Sorpresa!. Siento sus dientes sobre mi y el dolor me sube desde el coxis hasta el cerebro mas rápido que la luz. Mi reacción es cerrar el puño agarrando su pelo y tirar hacia atrás de su cabeza. Por el tirón de pelo su cara se aleja de mí rápidamente mientras veo en su mirada placer, lujuria y diversión.
-¿Te has divertido? - La increpo con signo de dolor en mi cara aún.
Se está mordiendo el labio y ya no me mira a mi. Mira mi pene con deseo de llevárselo a la boca de nuevo. La tiro del pelo de nuevo girando un poco la muñeca y hago que me mire mientras con la otra mano aprieto su cuello. Acerco su boca a la mía y la beso como si nunca hubiera besado a nadie así.
El dolor que todavía siento ha despertado algo en mí. Una bestia. Un animal. Suelto su cuello y la agarro de su cara. - Tienes otra oportunidad y está vez pórtate bien o tu castigo será ejemplar. - Digo mientras clavo mis ojos en su boca. Quiero que esa boca me haga disfrutar.
La suelto el pelo y dejo que ella vuelva a agarrar mi pene con firmeza. Se pone de rodillas
en el suelo del coche como puede, pues debido al tamaño de mis piernas, casi no entra entre los asientos y mi cuerpo. Siempre tuve complejo de tener las piernas grandes, pero jugar toda la vida al fútbol es lo que tiene. Cierro los ojos e inclino mi cabeza hacia atrás en el mismo momento en que se introduce en su boca mi erección. Tiene que estar notando las pulsaciones de mi corazón en su boca. Las noto hasta yo.
Baja y sube con firmeza mientras que acompaña con la mano el movimiento. No puedo reprimir apretar el culo con fuerza haciendo subir aún más mi pelvis, y de esta manera entras más al fondo de su boca. Tocar su garganta es mi objetivo.1.., 2..., 3... y hasta 20 embestidas cuento con su cabeza sobre mí y la tengo que decir que se detenga si no quiere que estalle allí mismo.
La retiro la cara agarrándola del cuello. Nosotros somos así, nos gusta el sexo duro, con fuerza. Recuerdo el primer polvo en mi cama. Yo tratándola bien, haciéndolo relativamente lento, sin golpes, agarrones de pelo, susurros lascivos al oído... Tumbados, al acabar me dijo: “¿eres siempre así?”.Pregunté que a que se refería y me contestó que si era así de aburrido. A los 5 minutos estábamos comportándonos como somos, auténticos animales.
Con su cuello en mi mano y sin mas contacto que ese, la levanto hacia mi boca mientras ella se sienta a horcajadas sobre mi y comienza a frotarse contra mi pene mientras la comienzo a susurrar guarradas. No sé ni qué la digo, en esos momentos no soy persona.
Mientras ella asiente con la mirada fija en mis ojos, sigue moviéndose con firmeza mientras me agarra del pelo y me tira hacia atrás la cabeza con agresividad. Me muerde la clavícula. Me chupa el cuello. Llega a mi oído. Me muerde el lóbulo y tira de él. Al sentir el dolor en mi oreja me escurro en el asiento. Me voy a llevar la mano a mi dolorido oído cuando siento que ella aprovechando mi movimiento se ha insertado en mi. Noto como se abre su piel para mí. Esta empapada. Yo durísimo. Por fin somos uno. Se me quitan todos los dolores. Llevo mis manos a su culo y la aprieto con ganas acompañando su movimiento sobre mi. Agarro con ambas manos su cintura mientras ella se arquea. Veo que esta golpeando constantemente el techo de mi coche con la cabeza, pero nos da igual. No para de morderme el cuello los hombros mientras yo aprieto con firmeza su cintura, su trasero y alguna vez subo a su pecho mientras mordisqueo sus pezones.
Es invierno y no podemos salir del coche para ponernos encima del capó. Es una de nuestras posiciones preferidas, sobre todo cuando alguna vez a lo lejos hemos visto practicar a alguien running y no hemos parado en ningún momento nuestro baile.
La tumbo boca arriba con fuerza sobre el asiento. Sigue con la camiseta puesta. Abre sus piernas todo lo que puede para que pueda volver a entrar en ella. Lo hago de manera rápida y eficaz. Vuelvo agarrar su cuello mientras pongo todo mi cuerpo sobre ella y la susurro al oído “¿y lo bien que vas a estudiar luego?” noto que se ríe entre jadeos.
Nuestras respiraciones son entrecortadas. Cada acometida mía es un golpe contra la puerta del coche. No tiene más remedio que poner su mano e intentar separarse de la puerta lo que pueda, pero no quiere parar. Me incorporo para ver semejante cuadro. Me encanta contemplar su mirada mientras la hago mía.
La agarro de la cintura con fuerza acompañando mis movimientos mientras sigo mirando su cara y cómo la camiseta, debido al movimiento, va subiendo dejándome ver sus pechos de manera intermitente. No puedo parar ya. El clímax está cerca. Y por sus jadeos el suyo también. Me inclino sobre ella, paso mi brazo por su espalda y mi mano en su hombro para bajar su cuerpo hacia abajo justo en el momento en que los dos estallamos de placer.
Otro día más nos hemos puesto al día. Otro día mas nos dimos alegría.
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