NO ME GUSTAN LOS FUEGOS ARTIFICIALES

Antes me encantaba ver los fuegos artificiales,sobre todo si era en familia o con amigos. En las fiestas subíamos a la terraza del edificio y nos poníamos a mirar con fascinación ;siempre  buscando la mejor posición para no perder ningún detalle.

Crecí convencido que las fiestas terminaban con fuegos artificiales e incluso ya de adulto he preparado pequeños globos aerostáticos multicolores  que seguíamos con la mirada hasta verlos perderse en el cielo.

Era una tradición comprar en Navidad y año Nuevo  pirotecnia y esperar con ansiedad  las doce de la noche para encenderla hasta que me quemé varias veces y opté por observar como otros las encendían y lanzaban en la noche.

Por años  disfruté los fuegos artificiales hasta cuando me iba de vacaciones y siempre concurría a uno que otro evento en que el broche de oro eran los fuegos artificiales como cierre de fiestas, recitales, eventos etc donde  la muchedumbre quedaba deslumbrada al ver como el cielo se encendía de luces multicolores unido a los estruendos que causaba la cantidad de pirotecnia vertida en la noche.

Hace años dejó de gustarme los fuegos artificiales  cuando noté que los animales sufrían ante los estruendos y este año en que estoy veraneando en el bosque me dio pena ver las bandadas de aves como levantaban vuelo y se iban gritando con un sonido estridente  en dirección al mar. Los perros ladraban y ya hasta la gente del bosque gritaba "Dejen de tirar pirotecnia" pero ya era tarde, a las doce de la noche del Año Nuevo el ruido era ensordecedor.

Sentí pena por los animales, sobre todo al día siguiente  encontré varias aves muertas, sobre todo pichones e incluso aun se veía a los perros desorientados e incluso algún que otro vecino preguntaba si habíamos visto a su mascota.

En fin, tal vez peco de demasiado sensible y me afecta ahora escuchar lo que antes no escuchaba o no le daba importancia o no era consciente del daño que causa la pirotecnia al sistema auditivo de los animales.

La pirotecnia no desaparecerá, pero de mis manos y de mi cabeza hace rato que desaparecieron y cuando escucho que en alguna fiesta de los balnearios la tiran, ya no la disfrutamos  en familia ,ni con amigos, al contrario deseamos que semejante estruendo se termine y pensamos en el sufrimiento de los pobres animales.



EURÍDICE CANOVA