Una madre soltera
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Una madre soltera
Una madre soltera
Querida amiga:
Prepara la llegada de tu hija con flores. No sigas llorando.
Sé valiente como una mamá.
No sigas llorando; mira que el Dios de la vida
Está acunando un niño en tus entrañas.
Otros te condenan; Dios ha escuchado tu súplica y te perdona.
Un hijo nunca es un error: es vida; es una hermosa verdad.
Deja que nazca de tí el misterio admirable de un ser humano.
Prepara su llegada con flores en tu corazón.
No te desesperes. No te creas abandonada.
Ten fe, vuelve a sonreír.
Muéstrale a tu hijo la fuerza de una mujer.
Que vea tus ojos purificados; que sienta tus manos certeras.
Dios no quiere nueve meses de llanto y de duda.
Quiere verte caminar frente a la vida, buscando la paz,
La sabiduría, la armonía.
Con esas discretas ramitas vas haciendo tu nido.
Aprende con tu niño a vivir el gozoso secreto del silencio.
Pienso, niña, que por tu camino viene encontradizo
Jesús de Nazareth.
Él te saluda mansa y respetuosamente.
Tal vez tu niño le salte de gozo en tus entrañas.
Anda, camina con Él; lucha, grita, canta.
Que el mundo entero sepa que esta llamita nueva va a nacer,
carne de tu carne.
Y, cuando nazca, cuídalo bien, es tuyo y es de Dios.
Escrita por una voluntaria del Movimiento Anónimo por la Vida,
Centro para Mujeres Embarazadas; Santiago, Chile.
Querida amiga:
Prepara la llegada de tu hija con flores. No sigas llorando.
Sé valiente como una mamá.
No sigas llorando; mira que el Dios de la vida
Está acunando un niño en tus entrañas.
Otros te condenan; Dios ha escuchado tu súplica y te perdona.
Un hijo nunca es un error: es vida; es una hermosa verdad.
Deja que nazca de tí el misterio admirable de un ser humano.
Prepara su llegada con flores en tu corazón.
No te desesperes. No te creas abandonada.
Ten fe, vuelve a sonreír.
Muéstrale a tu hijo la fuerza de una mujer.
Que vea tus ojos purificados; que sienta tus manos certeras.
Dios no quiere nueve meses de llanto y de duda.
Quiere verte caminar frente a la vida, buscando la paz,
La sabiduría, la armonía.
Con esas discretas ramitas vas haciendo tu nido.
Aprende con tu niño a vivir el gozoso secreto del silencio.
Pienso, niña, que por tu camino viene encontradizo
Jesús de Nazareth.
Él te saluda mansa y respetuosamente.
Tal vez tu niño le salte de gozo en tus entrañas.
Anda, camina con Él; lucha, grita, canta.
Que el mundo entero sepa que esta llamita nueva va a nacer,
carne de tu carne.
Y, cuando nazca, cuídalo bien, es tuyo y es de Dios.
Escrita por una voluntaria del Movimiento Anónimo por la Vida,
Centro para Mujeres Embarazadas; Santiago, Chile.
Karla Benitez- Moderadora
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sabra- Admin
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