MEMORIA DEL UNIVERSO
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MEMORIA DEL UNIVERSO
MEMORIA DEL UNIVERSO
jose franciscoSiempre me gustó, al fin del verano, pasear por esa vereda porque es fresca junto al río.
Se oye el agua que salta y a veces, se ve entre los avellanos el reflejo de los árboles y el destellar como gotas de soles desde las que suben.
Es además un dosel de claroscuros, la bóveda de avellanos, hojas aún esmeralda y otras que otoñéan. Aún no empezaron las ardillas a llevarse los frutos del suelo.
Siempre en el mismo recodo, y solamente cuando voy distraído, me parece que percibo de soslayo como una sombra sobre el río. Luego miro y no veo nada.
Hoy invité al paseo a mi amiga la oculista, pues tiene muy buena vista, ojos enormes y claros y más grandes enormes gafas. Quería saber si ella, sin yo decirle nada, percibía también esa sombra. Yo saldría de mis dudas y me resultaría gratis la consulta, pues no estaría mal de la vista.
La llevé pues por el lugar adecuado, la observaba con cuidado, y justo en ese recodo volvió el rostro sobre el río, miró atenta y luego a mí.
- ¿que te sucede?, parece que has visto algo en el río (le dije)
- Me pareció ver como la sombra de un árbol que no estaba. (respondió ella)
La desilusioné un poco, al explicarle el motivo de mi invitación a pasear la tarde. Pero nos animamos a cruzar descalzos el río, y al otro lado, justo un trecho no muy largo, encontramos un viejo árbol caído.
Dedujimos ambos, que el universo tiene historia, y la sombra que veíamos no era más que el recuerdo que el universo guardaba de aquel árbol que existió.
La verdad, es que sucedieron cosas, y paseamos muchas veces ambos, sin ver ya jamás esa sombra. Hoy, después de mucho tiempo, hice el camino sólo, y justo en ese recodo, me pareció ver los ojos de mi amiga la oculista. No dudé en cruzar el río y fui hacia el árbol. Ocultas entre el musgo, porque brillaban al sol, me encontré las enormes gafas que aquel día perdió.
(Escribo esta historia ahora mismo, nada más guardar esas gafas, al lado de la libreta pequeña, que siempre desde niña llevaba consigo. Pues... como el universo, me gusta conservar los recuerdos de esos sueños en los que todo sucede el mismo día. Recuerdos que guardo siempre al lado del lugar en el que duermo.)
Se oye el agua que salta y a veces, se ve entre los avellanos el reflejo de los árboles y el destellar como gotas de soles desde las que suben.
Es además un dosel de claroscuros, la bóveda de avellanos, hojas aún esmeralda y otras que otoñéan. Aún no empezaron las ardillas a llevarse los frutos del suelo.
Siempre en el mismo recodo, y solamente cuando voy distraído, me parece que percibo de soslayo como una sombra sobre el río. Luego miro y no veo nada.
Hoy invité al paseo a mi amiga la oculista, pues tiene muy buena vista, ojos enormes y claros y más grandes enormes gafas. Quería saber si ella, sin yo decirle nada, percibía también esa sombra. Yo saldría de mis dudas y me resultaría gratis la consulta, pues no estaría mal de la vista.
La llevé pues por el lugar adecuado, la observaba con cuidado, y justo en ese recodo volvió el rostro sobre el río, miró atenta y luego a mí.
- ¿que te sucede?, parece que has visto algo en el río (le dije)
- Me pareció ver como la sombra de un árbol que no estaba. (respondió ella)
La desilusioné un poco, al explicarle el motivo de mi invitación a pasear la tarde. Pero nos animamos a cruzar descalzos el río, y al otro lado, justo un trecho no muy largo, encontramos un viejo árbol caído.
Dedujimos ambos, que el universo tiene historia, y la sombra que veíamos no era más que el recuerdo que el universo guardaba de aquel árbol que existió.
La verdad, es que sucedieron cosas, y paseamos muchas veces ambos, sin ver ya jamás esa sombra. Hoy, después de mucho tiempo, hice el camino sólo, y justo en ese recodo, me pareció ver los ojos de mi amiga la oculista. No dudé en cruzar el río y fui hacia el árbol. Ocultas entre el musgo, porque brillaban al sol, me encontré las enormes gafas que aquel día perdió.
(Escribo esta historia ahora mismo, nada más guardar esas gafas, al lado de la libreta pequeña, que siempre desde niña llevaba consigo. Pues... como el universo, me gusta conservar los recuerdos de esos sueños en los que todo sucede el mismo día. Recuerdos que guardo siempre al lado del lugar en el que duermo.)
jose francisco t.g.- Poeta especial
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Re: MEMORIA DEL UNIVERSO
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"El amor es la razón del corazón"
sabra- Admin
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Re: MEMORIA DEL UNIVERSO
Hermosos recuerdos poeta,y como bien dices en tu prosa ,el universo tiene historia. Un abrazo
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Juraría que toco el piano cuando escribo poesía lo curioso es... que no sé tocar el piano. Eurídice Canova
Roana Varela- Moderadora
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