EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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ODAS DE HORACIO-LIBRO I - XVIII A VARO

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Mensaje por Roana Varela Miér Oct 16, 2013 12:16 pm

XVIII A VARO

Varo, no siembres ningún árbol antes que la sagrada vid en el fértil suelo de Tíbur o las pendientes de Cátilo; pues Dios reserva males sin numero a los abstemios, y sólo con el vino se disipan los cuidados roedores.
¿Quién después de haber bebido se queja de la pobreza o los trabajos de la guerra? ¿Quién entonces no canta alegre al padre Baco y la hechicera Venus? Mas la lucha encarnizada de los Centauros con los Lápitas por causa de la embriaguez, nos advierte que no se han de traspasar los límites de la moderación, y nos lo advierte el rigor que desplegó Baco [Evio] con los tracios, que no distinguían los deseos lícitos de los ilícitos en su febril acaloramiento.
Divino Basareo, no seré yo quien me entregue al exceso de la bebida, ni quien patentice lo que ocultas entre el verde follaje; pero aparta de mí los ruidosos atabales y la trompa de Berecinto, a quien acompañan siempre el ciego amor propio, el orgullo que yergue su cabeza vacía más de lo justo, y la indiscreción, transparente como el vidrio, que divulga todos los secretos.
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