“Autorretrato con modelo”. Lovis Corinth

Cuando el pintor alemán Lovis Corinth cumplió cuarenta y dos tacos, se le ocurrió la idea de empezar a pintar un autorretrato al año, en plan autobiografía artística. De esta forma, aparte de documentar su progresivo deterioro físico, también dejaba constancia de la evolución de su estilo pictórico, situado a medio camino entre el impresionismo y el expresionismo.

En 1903, Lovis Corinth contrajo matrimonio con Charlotte Berend, una de las alumnas de la academia privada de pintura que el artista había abierto en Berlín, exclusiva para mujeres. Corinth estaba tan enamorado de su recién estrenada esposa, que la incluyó en el autorretrato de ese año. Se representa a sí mismo mirando directamente al espectador, con gesto serio o concentrado, sujetando en sus manos la paleta y los pinceles. Charlotte hace el papel de musa, apoyada contra su pecho y de espaldas a nosotros. Parece estar mirando el lienzo blanco que hay al fondo, donde el artista va a empezar a pintarla: la típica paradoja del cuadro dentro del cuadro. Para complicar aún más los límites entre realidad e ilusión, Corinth añade en la parte inferior del lienzo una cenefa a modo de marco. Es decir, que si nos colocásemos en el museo frente a esta obra, estaríamos ante un cuadro de verdad, con su marco de madera real, en el que está representado un cuadro enmarcado (con el marco/cenefa pintado por el artista), dentro del cual hay un pintor, una musa y otro cuadro a punto de ser empezado. Pero todavía podemos añadirle un nivel más: el espejo o espejos que tuvo que utilizar el artista para poder autorretratarse.

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