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Carta a un padre ausente

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Mensaje por Roana Varela Lun Mar 16, 2015 5:25 pm

Carta a un padre ausente


Padre:
Qué fácil es escribir esa palabra, pero tan difícil de definirla y aun mas pronunciarla. Por dónde empezar? No sé son más de 30 años de recuerdos, de logros, de fracasos, de alegrías, de tristezas, y quisiera compartir todas y cada una con usted, pero prefiero empezar por decirle que no se cuales fueron los motivos que lo alejaron de nosotros, si nosotros sus cuatro hijos, cuatro partes de usted, que un día sin comprenderlo dejamos de escuchar su vos y no encontramos mas su mirada y no sentimos más sus tiernos besos de padre. Fueran cuales fueran sus esos motivos, solo usted los conocerá yo no lo juzgaré ni se lo reclamaré.

Sabe que muchas veces los busque, y no lo encontré, necesitaba hablar con usted de lo que me ocurría, escuchar su opinión de padre, si supiera cuantas veces quería refugiarme en sus brazos cuando mama me disciplinaba, cuando en las noches de tormenta sentía temor. Donde estaba cada mañana al despertar, se preguntaba si acaso teníamos con que cubrirnos o que llevarnos a la boca? Eso ya no importa sobrevivimos.

En mi niñez hubo un hombre despiadado que se robo mi inocencia, que sin ningún pudor destrozo aquella niña que era, y yo no tenía quien me protegiera, usted estaba lejos para decirme decir me que no fue mi culpa ni para secar mis lagrimas con su camisa.

Un día llego la adolescencia y con ella nuevas inquietudes, cuanto lo necesité para decir me que dijera que me veía como una princesa, o para exigirme que me cambiara aquella falda corta que tanto me gustaba, lo crea o no lo necesité aun para discutir, para que me disciplinara, para que me dijera que lo que estaba haciendo no estaba bien, que caminara delante de mí y me mostrara el camino donde andar. Porque no estaba cuando los muchachos llegaban a buscarme? No sé si entero que no me gustaba mucho la escuela, que había días que quería quedarme en casa.

Cuando me trajeron a este país, pensé que estaría más cerca de usted, pero no fue así, quería que supiera donde estábamos, no sé si recibió aquella carta que le envié pues nunca recibí una respuesta. Empecé una nueva vida, y así mismo nuevas memorias, una nueva historia. Sabe que aquí me enamore por primera vez, a mis quince años sentía que andaba en un mundo nuevo, lleno de ilusiones nuevas, a mis quince años recibí mi primer beso y mi cuerpo, por primera vez, sintió emociones nuevas, pero usted no estaba para compartir con migo aquella nueva ilusión, y tampoco estuvo cuando mi corazón sintió dolor por aquel primer amor que no duro más que un verano, pero aun sin su ayuda, mi corazón se recupero.

Con el tiempo llego la madurez, llego muy rápido pues tenía que cuidar a mis hermanos mientras mama trabajaba para darnos el sustento y un hogar que usted nos negó, pero ya ve superamos esa etapa y llegamos a ser adultos, cada quien con defectos y virtudes que usted no conoce. Llego a mi vida un hombre que cambio mi rutina, mi modo de ver la vida, quería platicar de él con alguien, pero mama no quería saber nada de el, y usted estaba ausente para escucharme, nuestras citas fueron clandestinas, y nuestras platicas calladitas, con el tiempo decidimos casarnos y formar un hogar. Cuando el llego a pedir mi mano, su silla estaba vacía y el día de mi boda, alguien más lo reemplazó para entregarme.

Ahora aquí estoy en mi hogar, tengo tres hermosas hijas que nunca han pronunciado la palabra “abuelo” para dirigirse a usted. Tengo un esposo que es un padre maravilloso, se esmera cada día por sus hijas, que las pone antes que cualquier otra persona, y es capaz de darles un pan a cada una y quedarse sin comer.

Quizás se pregunta porque hasta ahora escribo esta carta, será porque ya el otoño se va asomando a mi vida, siento más la necesidad de verlo, de saber de usted, o talves que al ver a mis hijas del brazo con su padre me doy cuenta de cuanta falta me ha hecho usted. Si algún día nos encontramos, no pretendo recuperar el tiempo perdido, es imposible, son muchos años los que ha dejado pasar, pero sé que podemos hablar como adultos, que aun tiene muchas cosas por decirme, que podemos construir nuevas memorias, y dejar todo lo demás en el pasado. Tenga la seguridad que en mi corazón tengo un espacio reservado para usted, en mi vida hay tiempo que quiero pasar con usted. No dejemos que la vida se termine sin poder conocernos, no permita que aquella niña de seis años, que usted un día dejó, se quede ahí en el pasado, deme un poco de su presente, y permítame ser parte de su futuro.
Se despide de usted: una hija con muchos deseos de verlo y con mucho cariño que darle.


Dulce Malicia
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Mensaje por Roana Varela Lun Mar 16, 2015 6:57 pm