EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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Mensaje por Hipólita Jue Feb 16, 2023 12:48 am

Ensayó al azar una palabra: SECRETO, quizás pensando que ella necesitaba guardar quién sabe qué documentos, fotos, videos lejos de su mirada, de su intromisión. Muchas veces le dijo apenas se conocieron, necesito conservar mi libertad, ni presiones, ni preguntas. Y así fue por mucho tiempo, pero ahora tenía la sensación de que algo viscoso se deslizaba entre ellos, un silencio pesado por las mañanas flotando como nube que anticipa tormentas y fuertes vientos. Esa nube viajaba lenta a lo largo del día y se instalaba sobre ellos amenazante.
No le sorprendió que ella una mañana le dijera: voy a abrir un nuevo usuario a mi nombre, así no mezclamos archivos y cada uno organiza en un escritorio sus carpetas y su información. Al contrario, le pareció un gesto solidario y hasta ordenado y eficiente viniendo de ella que era tan caótica y poco práctica. Todo bien, hasta que intentó mirar cómo estaba organizando su escritorio y se encontró con esa línea blanca a llenar y la barrita titilante esperando que pusiera una clave para ingresar. No se atrevió a pedir explicaciones porque pondría al descubierto su curiosidad y podría pensar que la espiaba, que desconfiaba de ella, lo cual no era cierto en la superficie pero allá en el fondo oscuro de su mente podía comenzar a germinar cierto recelo.
Secreto no era la palabra oculta, a ver…¿mi nombre? No, otro nombre-hombre, intentó con amigos y compañeros de trabajo, escribió AMANTE, AMOR, sus comidas favoritas, escritores, pintores, títulos de película, su calle, nombre de parientes, objetos, uy un listado interminable tratándose de una mujer como ella, tan ecléctica y multifacética. Luego comenzó con los números, fechas de nacimiento, su aniversario, efemérides nacionales e internacionales ( a ella le gustaba recordar ciertas fechas históricas) algunas no las conocía y comenzó a googlearlas, por ejemplo la fecha exacta de la Revolución Cubana, el cumpleaños de Julio Cortázar, la Revolución Rusa, la Guerra Civil Española y así hasta agotar los hitos que para ella conformaban la historia del siglo XX, ni pensar en la Edad Media, ni el Renacimiento, no eran sus épocas predilectas. ¿Cuándo se escribió el primer manifiesto surrealista? Tampoco. Bueh, parece que agotó todo lo que su imaginación le puede ofrecer. Quizás es una abstracción, o un conjunto de letras al azar. O un código alfanúmerico que combina el número de teléfono, su dni y las iniciales de su nombre o el mío, piensa. Olvidemos referencias a mi persona, ella no es capaz de recordarme en este ámbito en el que seguramente sólo hay espacio para su vida personal, íntima, ajena a mí. Pensar en tal desapego y desamor lo entristece.
Se vengará. Hasta ahora ella accedía libremente a su escritorio, él también cambiará la clave, la antigua la compartían y era el nombre de su querida mascota, una palabra en común, un amor que ambos manifestaban con igual vehemencia. Buscó y llamó a Pirata y el gato se desperezó displicente para luego hacer ochos entre sus piernas. Se detuvo un momento esperanzado y escribió PIRATA pero no, no puede ser tan obvia si quiere ocultar algo. 8888, no. Su desesperación iba en aumento en forma proporcional a la certeza de que no la conocía enteramente como pensaba. ¿Cuántas facetas puede tener una mujer? Furiosamente tecleó la xxxxxxxxxxxxxxxxx hasta agotar la línea. A ella le gustaban los anagramas, quizás mezclando letras, las de su nombre, las propias, ¿las de sus ex? Bueno, los que ella me comentó, no es un listado tan grande por lo cual sospecho que oculta varios nombres. A la edad que nos conocimos tuvo que tener por lo menos una docena y sólo declaró media, vos sos el séptimo, cuatro más tres, te das cuenta? El número perfecto mi amor. Hipócrita. Y yo comencé a sumar y transformar en un solo digito distintos eventos y números. Todos me daban 7. Como sí la numerología fuera una ciencia anticipatoria. Qué pavada. Éramos jóvenes.
Ahora él cae en una especie de ensoñación llena de recuerdos e imágenes de los primeros tiempos, los momentos compartidos en los que se mezclan habitaciones de hotel, paisajes, bares de la ciudad, y se levanta del escritorio nuevamente enamorado pero luego vuelve rápidamente olvidó cerrar pantallas, cambiar de usuario y la furia vuelve a crecer inesperada cuando recuerda que decidió cambiar la contraseña: TRAMPOSA, tomá, masculló entre dientes. Esa no me la olvido pensando en vos.
Quisiera ver su cara cuando intente entrar con nuestro usuario habitual. Ah, como vos te independizaste con un nuevo usuario creí conveniente hacer lo mismo, no te parece?
Qué me va a decir. Mutis por el foro y entrá a tu pantalla, nena. Con esa clave puta que pusiste y que no puedo aún develar o desvelar. El develamiento me desvela y devela que en algo andás, nena. Ya no sé lo que digo. De tanto intentar palabras, números, códigos, me paseé por tu vida entera, tus gustos, tus predilecciones. Y nada. Fracasé. Quizás estoy exagerando y las cosas son tan simples como ella las planteó. Organización, prolijidad, separar lo tuyo de lo mío para tener mayor libertad cada uno y sobre todo: no mezclar. Como si respetáramos los ingredientes de una receta magistral, de cheff profesional. Sabores y olores se agolparon en el ambiente recordando sus comidas. Tan especiales, elaboradas, afrodisíacas. Hummm. Pobre, tuvimos que compartir la PC, porque cuando ella quiso comprarse con sus ahorros la notebook yo le dije que mejor un tv plasma y ella accedió. Y ahora la sospecho y me quejo y desconfío. Ahhhh no merezco a esta mujer. Tan desprendida, solidaria, siempre pensando en el confort de los dos y en nuestra mejor calidad de vida. Tampoco la dejé comprarse la bicicleta plegable, mejor un equipo de música le dije, y así fue. ¿Acaso no se hace siempre lo que yo quiero? Y ahora pretendo hacerme la víctima y el marido ultrajado, cornudo y engañado por una simple contraseña, una palabra de ocho caracteres tan pequeña, inofensiva, pueril? Vamos, dejate de joder.
Igual no cambio la mía, no porque tenga secretos, ni intensiones libidinosas, sino porque lo justo es justo. TRAMPOSA2013. Asi se queda. Aunque ahora que me reconcilié con ella debería cambiarla, pero no todavía, cada vez que la escriba me reiré de mis sospechas y será divertido. ¿De qué te reís me dirá ella al principio? De nada, mi amor, soy felíz, nada más. Soy feliz, estamos juntos y cada uno tiene su contraseña. ¿Qué más podemos pedir, no?
Cuando ella llega de trabajar lo encuentra leyendo un libro arrellenado en su sillón favorito.
Qué raro que no estés navegando, qué pasó.
De vez en cuando hay que disfrutar de un buen libro impreso dice y coloca su nariz entre las hojas aspirando con placer para reforzar el concepto
Bueno, entonces la uso yo.
Cuando ella se sienta lo mira de reojo y se sonríe. Pone su nombre de usuario y la contraseña, que para un observador externo será sólo una hilera de puntos negros pero esconde una palabra, perfumada, hiriente, clandestina escrita con la velocidad que sólo da un curso de Academias Pitman hecho en su juventud, una palabra larga y sin números. El escucha el rápido repiqueteo como un pequeño latigazo y cuenta ocho letras pero sólo mecánicamente, sin pensar, sin sospechar siquiera en la palabra ávida, de vocales cerradas y abiertas, impronunciable, invisible.


Adriana Agrelo
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Mensaje por Roque Miér Mar 01, 2023 6:08 am

Como moderador suplente seré breve .Un placer leer este escrito., gracias por aportar material al foro saludos.
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