EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

La apuesta

Ir abajo

La apuesta Empty La apuesta

Mensaje por Hipólita Jue Feb 16, 2023 4:25 am

La apuesta

Las ruedas de la camilla chirriaron al girar por el pasillo, deteniéndose un momento frente a las puertas de los tres ascensores. La mano del viejo, colgada, relajada en el borde de la camilla y el camillero apoyándose sobre el caño vertical del que pendía la botella del suero, chaplinesco, ambos de espalda, el viejo en la camilla, el camillero; las puertas del ascensor abriéndose con un sonido metálico, una flecha roja que se enciende señalando hacia arriba, la camilla retrocede, intenta avanzar pero las puertas se cierran bruscamente antes de ingresar las ruedas delanteras, y el pie izquierdo del camillero desanda el camino y luego el derecho y el izquierdo y el derecho, hasta quedar anciano, camilla y camillero a prudente distancia, observando el tablero y los números que alternativamente se encienden y se apagan, ascensor uno, dos, tres,
Nosotros el dos y el tres, solamente, dice el camillero al viejo.
Yo digo que viene el dos ¿y vos?
Y... el tres, sonríe el camillero.
los números se alternan, suben, bajan, dos, tres.
Hay un silencio expectante en la sala, una mujer, un muchacho leyendo, el diálogo se filtra.

Yo digo que viene el dos, afirma el viejo, es mi número de la suerte y sonríe recordando aquella tarde que pasó por lo de Juan el Quinielero,
No puedo creer que justo esta vez haya acertado, me alegro mucho, son ciento cuarenta pesos, un poco menos que su jubilación, pero qué bien le vienen ¿no?, en esta época del año. Las fiestas siempre traen gastos caprichosos, derroches imprudentes, pero todos tenemos derecho a llenar nuestra mesa, extender el mantel y reunir a la familia.
el de la pierna ortopédica, que antes fue camionero y ahora el destino lo había arrastrado a los juegos de azar.
El azar, dijo Don Juan, a veces nos premia otras nos castiga, ¿verdad?
Sí, el dos era definitivamente su número de la suerte, alzó la vista y siguió impaciente la trayectoria de los números que, sobre el metal del tablero proyectaban una luz blancoamarillenta, mientras la flecha roja apuntaba hacia arriba, hacia abajo y el uno detenía sus puertas con regularidad, expulsando pasajeros transitorios, visitantes, médicos, enfermeras.

¿Va a jugar otro numerito? Aproveche su suerte, dice Don Juan, el quinielero.
Tres, pensó el viejo, tres pensaron el camillero, el joven que leía y la mujer.
El ascensor se detiene abre sus puertas plateadas. Don Juan, el quinielero, extiende una alfombra roja, y como un maestro de ceremonias, gesticula y ubica la camilla. Del otro lado queda el camillero, el joven, la mujer, mirando con ansiedad el tablero. Una voz interrumpe la escena y la diluye como bruma.
Hagan sus apuestas señores le pareció escuchar al viejo que dormitaba.

Y fue entonces cuando el ascensor número dos se detuvo, con su número blancoamarillento que ahora al viejo le parece una estrella, un letrero luminoso, de esos que ostenta la 9 de Julio cerca del obelisco.

Adriana Agrelo
Hipólita
Hipólita

Cantidad de envíos : 215
Puntos : 40297
Fecha de inscripción : 28/06/2013

Volver arriba Ir abajo

Volver arriba


 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.