EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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La Entrega

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Mensaje por HORIZONTES Lun Sep 25, 2023 6:08 pm

La Entrega

Cuando nos entregamos a Cristo no podemos cavilar en tiempo, peso, ni medida; significa que la entrega es sin miramientos, porque debe ser una entrega en caliente que nos permita ser testigos vivos y lúcidos ante su doctrina que brilla más que el sol, es decir, que es luz permanente e imperecedera para el mundo. Antes de asumir el compromiso -que observo ineludible- debemos saber que el mismo es a tiemplo completo, teniendo como orden del día la renuncia a todo aquello que entorpezca nuestra filiación con Cristo; lo que el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) deja asentado como única verdad:" ... el hombre ha sido creado por Dios y para Dios..."(I, 27) Pero el hombre encuentra y desarrolla un rol en la vida ordinaria, en el mundo de todos los días, en el mundo donde nos anclamos a la familia, a la profesión, al trabajo, a la sociedad, en fin, a la cotidianidad que no nos impide, por supuesto, esa entrega de la cual les hablo al comienzo. Y es que debemos tener en cuenta dos cosas importantes en nuestra presencia en el mundo

• Somos libres

• Estamos comprometidos

Pudiera verse en esta posición una contradicción, pero y, antónimamente, en realidad una es complementaria de la otra, veamos. Fuimos creados libres y esa libertad la manifestamos en todos los estamentos de la vida. Desde que salimos del vientre de la madre, ejercemos una libertad biológica, pues somos ya cuerpo separado, es más, ya antes éstas funciones biológicas se cumplía en el seno de la madre, pero estábamos albergados en esa especie de capsula milagrosa que nos permitió el desarrollo embrionario hasta convertimos, pasado el tiempo necesario, en la persona que somos. Cumplimos una etapa de dependencia por no poder valernos por nosotros mismos, y consumada ésta se sueltan las amarras para la libertad, la que ejercemos a cabalidad, misma que debe ser necesariamente responsable. Este sólo hecho hace del "compromiso" una acción complementaria de la libertad que no se puede practicar en términos absolutos, pues ella se debe y se condiciona a normas, procedimientos y exigencia de carácter ético-moral que hacen que la libertad, sea un ejercicio responsable del hombre. Por ello nos dedicamos a disimiles tareas que cumplimos según nuestra preferencia, y dejamos por asentado el hermoso desarrollo humano que nos ha permitido ir evolucionando y superando cada día más. Todo esto nos hace hombres de un "...mundo que no es malo, porque ha salido de las manos de Dios," "...somos los hombres los que lo hacemos malo y feo, con nuestros pecados y nuestras infidelidades" (San Josemaría Escrivá Amar al Mundo intensamente. 114, pág. 30, Edición Universidad Monte Ávila)

Y esa misma libertad nos compromete con el Creador, porque "La más alta razón de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios" (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes. 19.1) Nuestra entrega a Cristo sin apartarnos del mundo debe poseer una cohabitación que haga de los quehaceres una más ferviente entrega; es decir, honrar y engrandecer nuestro compromiso a través de ese sudar de la fe en un mundo bonito como lo ha hecho Dios. ¿Paradójico? ¿Infantil? ¿Poco realista? ¿Un autoengaño?, a las cuatro inquisitivas interrogantes que me formulo, tengo que responderles con un ¡no! contundente. San Agustín decía que "Dios está por encima de lo más alto que hay en mí y está en lo más hondo de mi intimidad" Lo que no negaba la existencia misma de San Agustín -como persona en el mundo- sino, en contrario, observo, que se reafirmaba esa misma presencia, por lo que Dios era su preeminencia.

Al reconocer este modelo que nos sugiere San Agustín, todo nos indica cuán grande es la prioridad que debe plantearse el hombre frente a Cristo. Pues "...si él abre, nadie puede cerrar; si él cierra, nadie puede abrir" (Ap. 3, 7); "...hay muchos proyectos en el corazón del hombre, pero sólo el plan de Dios se realiza" (Pr 19, 21; citado por el CIC 303)

En esa economía de la fe está el hombre intensamente comprometido ya que "...pues si el hombre puede olvidarse de Dios e incluso rechazarlo" (Trino Valera Angulo, cometario del CIC), pero "Dios no cesa de llamar a todo hombre, para que viva y encuentre la dicha" (núm. 39) Por lo tanto, estar comprometidos no significa -al igual que estar "anclados"- una controversia que le dificulte al hombre su posicionamiento integral del mundo. El es dueño del mundo, Dios lo ha dispuesto de esa manera, y el hombre ha venido dando respuestas correctas e incorrectas, pero tomando decisiones que es lo que al fin y al cabo le corresponde, en ejercicio pleno de su libertad. Pero el hombre sabe que tiene ir mucho más allá, porque no basta decir "yo lo hice..., yo asumo la responsabilidad"; no es criterio de Dios decir "...yo soy dueña de mi cuerpo..., yo decido..., por el ser humano que llevo dentro mí", etc. La vida y la libertad son mucho más serias que el simplemente "aceparme como soy", porque debemos recordar que tenemos que ir hacia nuestra perfección. "...sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo (Mt 5,48) Porque hemos de tomar la libertad en sentido positivo, ya que estancarnos, dejar de crecer, de progresar, es un mentís a la propia libertad que pudiera colaborar para perdernos en el camino; negarnos la posibilidad de imitar a Cristo en su santidad, meta que debemos perseguir. Ser santos, por lo tanto, es un compromiso. No para vanagloriarnos -actitud humana-, sino para lograr nuestra salvación, que bien cara ha pagado Nuestro Señor Jesucristo. "Porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio" (Segunda carta de Pablo a Timoteo, 7) ¿Cómo, pues, hemos de conducirnos? ¿Cuán conscientes estamos de esta verdad ineludible? Sin duda que son preguntas que nos mueven a un accionar activísimo ante la verdad que tenemos por delante, ante el compromiso como hombres de proyectos, apegados a la voluntad de Dios, y que hemos de asumir con valentía. Nada fácil la hemos de tener, y lo sabemos, pues ya el propio mundo se ocupa de hacer la carga un poco más dura, cuando tenemos que afrontar modelos que no debían existir, porque estamos trabajo por un alcance común. Pero somos llamados a ser discípulos y profetas -nos lo dice el bautismo cristiano- y es así como somos testigos e intérpretes de la voluntad de Dios en situaciones concretas. Bien nos lo recuerda el Concilio Plenario "Toda escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argumentar, para corregir y para educar en justicia" (2 Tm 3,16) "Viva es la palabra de Dios y eficaz y más cortante que espada alguna de dos filos" (Hb 4,12) (Concilio Plenario de Venezuela, 1998. Documentos Conciliares, Introducción, pág. 31) Así hemos de conducirnos -"...espada de dos filos"-, no con ambigüedades ni dobles caras. El cristianismo tiene que asumirse con la verdad que en su etimología quiere decir: honestidad, buena fe; lo que debe ser el norte de nuestro accionar, aun cuando nos cueste inconvenientes en los órdenes de la vida. Un engaño mueve al pez al anzuelo y, aun cuando lo admitimos como una herramienta de trabajo del profesional o aficionado de la pesca, no es para el cristiano el instrumento que nos permite evangelizar. Nosotros tenemos la Palabra de Dios, el Fiat del cristiano. "Los evangelistas han conservado las dos oraciones más explícitas de Cristo durante su ministerio. Cada una de ellas comienza precisamente con la acción de gracias. En la primera (cf Mt 11, 25-27 y Lc 10, 21-23), Jesús confiesa al Padre, le da gracias y lo bendice porque ha escondido los misterios del Reino a los que se creen doctos y los ha revelado a los "pequeños" (los pobres de las Bienaventuranzas). Su conmovedor "¡Sí, Padre!" expresa el fondo de su corazón, su adhesión al querer del Padre, de la que fue un eco el "Fiat" de su Madre en el momento de su concepción y que preludia lo que dirá al Padre en su agonía. Toda la oración de Jesús está en esta adhesión amorosa de su corazón de hombre al "misterio de la voluntad" del Padre (Ef 1, 9). (CDLIC 2603) Por ello, y ante la interrogante de la "verdad ineludible", se ve cómo está "El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor" (Lc 4,18; cf Is. 61,1-2)

Somos hombres de "El esplendor de la verdad", en efecto, y como le "...compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o salvación de las almas" (Código de Derecho Canónico, can. 74) Somos llamados, y prestos hemos de estar, para ayudar al hombre -con la protección y guía del Espíritu Santo- hacia la verdadera libertad que lo haga dueño responsable de la vida que le ha dado el Creador.

Teodoro A. Corona
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Mensaje por Galius Vie Sep 29, 2023 4:09 am


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Gracias por el aporte, es muy valioso para este foro, saludos


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