EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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Capítulo IX-Venus y Cupido

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Mensaje por Roque Dom Abr 14, 2024 5:31 am






Capítulo IX-Venus y Cupido

SIENTO, niños míos, introduciros en tan mala compañía como lo
es la de los imaginarios dioses de la Mitología. Al considerar tanto
dislate podréis convenceros de cómo se van perdiendo entre los
hombres, cuando se apartan del Dios de la verdad y de la
perfección, no sólo las nociones del bien y del mal, sino hasta el
sentido común.
Venus era la diosa de la hermosura y de la Gracia: generalmente
se creía que había nacido de la espuma del mar en las aguas de la
isla de Citeres, en donde tuvo uno de sus más afamados templos.
Otros autores dicen que fué hija del Cielo y de la Luz. Lleváronla las
Horas al Olimpo, y al verla, todos los dioses se enamoraron de ella,
hasta el señor Júpiter, y viendo que ella no le correspondía, por
castigarla la casó con su horroroso hijo Vulcano; pero Venas no
quería por marido sino á Marte, y habiéndolos hallado aquel, á pesar
de habérselo prohibido, hablando con Marte, los encerró en una sutil
red de hierro que al intento fabricó en su fragua para convencer á
Júpiter de la desobediencia de su mujer; después de lo cual se
volvió á su fragua y quedaron divorciados. Casóse Venus con Marte.
De su consorcio tuvo Venus dos hijos, Cupido, también llamado
Eros, que es el Dios del Amor, y el segundo llamado Anteros, que es
el Dios de la Correspondencia, ó amor que corresponde al primero;
son éstos dos diosecitos muy lindos, y no siempre están unidos.
Represéntase al primero como un niño con alas, para indicar que
pasa pronto, y con los ojos vendados para probar que no ve el
mérito ó demérito de la persona á quien se dirige, ni sus defectos,
mientras se fija en ella. Lleva también un arco y una aljaba en que
están las famosas flechas con que el picarillo hiere los corazones.
Se le representa también con esos mismos atributos, como un joven
que se enamoró de una princesa llamada Psiquis. Encargó á Céfiro
que la robase y pusiese en un hermoso palacio encantado, en el
que venia Cupido á verla; pero siempre de noche y á oscuras para
que no lo conociese. Una noche que Cupido se quedó dormido, la
curiosa Psiquis encendió una lámpara para conocerle, y habiendo
caído una gota de aceite sobre su pecho, Cupido despertó y huyó.
Psiquis desesperada acudió á Venus para que la reconciliase con su
amante, pero ésta, celosa del amor que inspiraba á su hijo, la
entregó é hizo prisionera de dos deidades crueles, que eran la
Soledad y la Tristeza. —Cupido logró de Júpiter que la trajese al
Olimpo, en donde bebió el néctar, y con esta bebida el don de la
inmortalidad, celebrándose sus alegres bodas, en las que bailó la
misma Venus, ya desenojada.
Eran consagradas á esta diosa, entre las flores, la rosa; entre las
frutas, la manzana; entre los árboles, el mirto; entre los animales, el
cisne, el gorrión y sobre todo las tórtolas; por eso se la representa
casi siempre en un carro tirado por algunas de estas aves. También
se la representa completamente desnuda, como á Eva en el
Paraíso, para significar que mientras más cumplida es la belleza,
ménos adornos necesita.
Tuvo de su segundo consorte Baco tres hijas, Aglae, Talia y
Eufrosina, que son las tres Gracias, que siempre se pintan unidas, y
también desnudas, para significar que las gracias deben ser
naturales, sencillas y exentas de pretensiones.
Como nada hay preciso ni exacto en la Mitología, que se
compone en gran parte de metáforas ó alegorías, para figurar con
cosas materiales las morales, unos autores dicen que el Amor fué lo
que antes que nada existió, y que de su consorcio con el Caos
nacieron los dioses y los hombres; otros que fué hijo de la Noche y
del Éter (el éter es el aire más puro de la más alta atmósfera). Otros
dicen que hay dos amores, uno del cielo y otro de la Tierra, como
pudiéramos decirlo nosotros los cristianos, que tenemos la dicha de
conocer el amor á nuestros semejantes y la sin par suerte de
conocer el divino.
Son muy nombrados los amores de Venus con un joven y bello
príncipe, hijo de Mirra, nombrado Adónis. Marte, celoso, lo hizo
despedazar por un enorme jabalí. —Venus, afligida, reunió sus
esparcidos restos y los convirtió en la flor anémona.



 FERNAN CABALLERO

Roque
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