C U L P A B L E
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EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA :: Poemas Contra el Maltrato y Violencia de Género
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C U L P A B L E
por Armando Lopez Lun Sep 23, 2013 2:19 pm
C U L P A B L E
Estoy aquí ante su tumba;
destrozado, tambaleante...
Mientras mis hijos en casa...
¡No sospechan de su padre!
Las miserias de mi vida
hicieron que ella marchase...
Ya me lo dijo al morir:
¡Eres un ser despreciable!
Nunca quise defenderla
de la vida, en los ataques,
sentía celos horribles
de que otro hombre la mirase...
De que triunfara en la vida
demostrando habilidades,
trabajando duro en casa...
O reía en cada instante.
Era un torbellino de oro
que, a los mismos huracanes,
los convertía en cefiros
dulces, calmados, süaves...
¡Por qué tuve yo que hacer
con mis manos tal desastre!
¡Vuelve a la vida mi amor!
¡No hay otro que más te ame!
¡Que me maten! ¡Que me apresen!
No me importa lo que halle
al final de aquesta vida
que se me fue por cobarde.
No merezco los perdones
de abogados ni fiscales,
¡Deberían torturarme
hasta que mi vida acabe!.
Allí estaré, camaradas,
con mi rostro que delate,
lo que fui capaz de hacer
en una sórdida tarde.
¡Pisoteadme! ¡Escupidme!
no merezco que se me hable,
pues tengo por corazón
una piedra que me late.
Aún recuerdo su mirada...
Se me clavó vacilante...
cuando le hinqué mi cuchillo
para dejarle sin sangre.
Una sangre que fluía...
Esculpiéndose en mi imagen,
al tiempo que suplicaba
que parase de asestarle.
Cuantas veces me decía...
Estate tranquilo; ¡Cálmate!
Pero... ¡Qué va!, ¡No lo hice!
¡Siguió mi instinto salvaje!
¡Fuera la losa que cubre
mi tesoro incalculable!
¡No te resistas!, ¡Es mío!
¡Déjame que te lo arranque!...
No soporto este silencio...
Enfadado te decía... ¡Cállate!
¿Por qué no gritas ahora?...
Callaré para escucharte.
Quiero cuidar tus heridas
con besos dulces y suaves,
como hacías con mis hijos...
Ahora huérfanos de madre.
¡Perdona!, ¡Perdona, amor!
Al cielo iré; si... A buscarte,
y te cubriré de besos...
¡Tengo un montón para darte!
Mi garganta se tapona,
mi corazón corta el aire,
me quedo aquí para siempre...
Nunca debí yo matarte.
Sociedades femeninas...
Gritad ahora en la calle:
¡Desprecio a los asesinos!
¡¡que se pudran en la cárcel !!
Y la voz de mi conciencia...
Entre mi pecho se abre,
como daga justiciera...
Que me acusa de... ¡¡¡ Culpable !!!
Conchita de Pedro-Juan Cuadrillero.
Estoy aquí ante su tumba;
destrozado, tambaleante...
Mientras mis hijos en casa...
¡No sospechan de su padre!
Las miserias de mi vida
hicieron que ella marchase...
Ya me lo dijo al morir:
¡Eres un ser despreciable!
Nunca quise defenderla
de la vida, en los ataques,
sentía celos horribles
de que otro hombre la mirase...
De que triunfara en la vida
demostrando habilidades,
trabajando duro en casa...
O reía en cada instante.
Era un torbellino de oro
que, a los mismos huracanes,
los convertía en cefiros
dulces, calmados, süaves...
¡Por qué tuve yo que hacer
con mis manos tal desastre!
¡Vuelve a la vida mi amor!
¡No hay otro que más te ame!
¡Que me maten! ¡Que me apresen!
No me importa lo que halle
al final de aquesta vida
que se me fue por cobarde.
No merezco los perdones
de abogados ni fiscales,
¡Deberían torturarme
hasta que mi vida acabe!.
Allí estaré, camaradas,
con mi rostro que delate,
lo que fui capaz de hacer
en una sórdida tarde.
¡Pisoteadme! ¡Escupidme!
no merezco que se me hable,
pues tengo por corazón
una piedra que me late.
Aún recuerdo su mirada...
Se me clavó vacilante...
cuando le hinqué mi cuchillo
para dejarle sin sangre.
Una sangre que fluía...
Esculpiéndose en mi imagen,
al tiempo que suplicaba
que parase de asestarle.
Cuantas veces me decía...
Estate tranquilo; ¡Cálmate!
Pero... ¡Qué va!, ¡No lo hice!
¡Siguió mi instinto salvaje!
¡Fuera la losa que cubre
mi tesoro incalculable!
¡No te resistas!, ¡Es mío!
¡Déjame que te lo arranque!...
No soporto este silencio...
Enfadado te decía... ¡Cállate!
¿Por qué no gritas ahora?...
Callaré para escucharte.
Quiero cuidar tus heridas
con besos dulces y suaves,
como hacías con mis hijos...
Ahora huérfanos de madre.
¡Perdona!, ¡Perdona, amor!
Al cielo iré; si... A buscarte,
y te cubriré de besos...
¡Tengo un montón para darte!
Mi garganta se tapona,
mi corazón corta el aire,
me quedo aquí para siempre...
Nunca debí yo matarte.
Sociedades femeninas...
Gritad ahora en la calle:
¡Desprecio a los asesinos!
¡¡que se pudran en la cárcel !!
Y la voz de mi conciencia...
Entre mi pecho se abre,
como daga justiciera...
Que me acusa de... ¡¡¡ Culpable !!!
Conchita de Pedro-Juan Cuadrillero.
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