EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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VIBRACIÓN-CAPÍTULO IX

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Mensaje por Armando Lopez Mar Mar 05, 2024 3:59 am


VIBRACIÓN-CAPÍTULO IX

«Nada reposa; todo se mueve; todo vibra.»
El Kybalion

El tercer Gran Principio Hermético —el Principio de la Vibración—
encierra la verdad de que el movimiento se manifiesta en todo el
Universo.
Nada está en reposo, todo se mueve vibra y circula. Este principio hermético fue reconocido por algunos de los primitivos filósofos griegos,
quienes lo expusieron en sus sistemas. Pero después, durante siglos enteros,
quedó olvidado, salvo por los perseguidores de las doctrinas herméticas. En
el siglo XIX la ciencia física ha redescubierto esa verdad, y los descubrimientos científicos del siglo XX han aportado su testimonio en corroboración
de esa verdad sostenida por la antiquísima Filosofía Hermética.
La doctrina hermética no afirma solamente que todo está en movimiento
constante, sino que las diferencias entre las diversas manifestaciones del
poder universal se deben por completo al diferente modo e intensidad vibratoria. Y no sólo esto, sino que aun el TODO mismo manifiesta una vibración constante de tal infinita intensidad y rapidez, que prácticamente
puede considerarse como si estuviera en reposo. Los instructores llaman la
atención del estudiante sobre el hecho de que aun en el plano físico un objeto que gire rápidamente, como una rueda, por ejemplo, parece estar inmóvil.
El espíritu es uno de los polos de la vibración, constituyendo el otro polo
formas de materia extremadamente densas. Entre ambos polos hay millones
y millones de diferentes intensidades y modos de vibración.
La ciencia moderna ha comprobado que todo lo que llamamos materia y
energía no es más que «modos de movimientos vibratorios», y algunos de
los más avanzados hombres de ciencia se están encaminando rápidamente
hacia el punto de vista que los ocultistas tienen sobre los fenómenos de la
mente: simples modos de vibración o movimiento.
Veamos ahora lo que la ciencia tiene que decir sobre las vibraciones en la
materia y en la energía.
En primer lugar, la ciencia dice que toda materia manifiesta, en algún
grado, la vibración producida por la temperatura o el calor. Esté un objeto
frío o caliente (pues ambos no son más que grados de la misma cosa),
manifiesta ciertas vibraciones calóricas, y en ese sentido está en vibración. Todas las partículas de materia están siguiendo un movimiento circular, lo mismo los corpúsculos que los astros. Los planetas giran en torno
de un sol, y muchos de ellos giran también sobre sus propios ejes.
Los soles, a su vez, giran en torno de puntos centrales mayores, y se cree
que éstos giran también alrededor de otros todavía más grandes, y así sucesivamente, ad infinitum. Las moléculas de que se compone cualquier clase
de materia están en constante vibración, moviéndose unas en torno de otras,
y también unas contra otras. Las moléculas están compuestas por átomos,
los que, como aquellas, también están en constante movimiento y vibración.
Los átomos están compuestos por corpúsculos, llamados también «elec-
trones», «iones», etc., los que también están en un estado de rapidísima moción, girando unos en torno de otros, con diversas modalidades vibratorias.
Y de esta manera toda materia manifiesta vibración, de acuerdo con el principio hermético correspondiente.
Y así sucede también con las diversas formas de energía. La ciencia dice
que la luz, el calor, el magnetismo y la electricidad no son más que formas
de movimiento vibratorio relacionado de alguna manera con el éter, o probablemente emanado de él. La ciencia no ha tratado aún de explicar la naturaleza del fenómeno conocido como cohesión, que es el principio de la
atracción molecular, ni de la afinidad química, que es el principio de la
atracción atómica; ni de la gravitación (el mayor misterio de los tres), que
es el principio de atracción por el cual toda partícula o masa de materia se
siente atraída hacia toda otra partícula o masa. Estas tres modalidades de la
energía no las comprende aún la ciencia, si bien los estudiosos se inclinan a
pensar que son también manifestaciones de alguna forma de energía vibratoria, cosa que los herméticos han enseñado durante largas edades en el
pasado.
El éter universal, cuya existencia postula la ciencia sin comprender claramente su naturaleza, ya había sido explicado por los herméticos, quienes
aseguraban que era una manifestación superior de lo que erróneamente se
llamaba materia; es decir, que el éter era materia en un grado de vibración
superior. El nombre que le daban era el de Sustancia Etérea, y decían que
esta sustancia era de tenuidad y elasticidad extremas, llenando el espacio
universal, sirviendo como médium de transmisión para las ondas de energía
vibratoria como el calor, la luz, la electricidad, el magnetismo, etc. La sustancia etérea es el eslabón de unión entre la modalidad de energía vibratoria
que conocemos como
materia por un lado y la que conocemos como energía o fuerza, por el
otro, manifestando además un grado de vibración, en intensidad y modo,
completamente propio.
Los hombres de ciencia proponen como ilustración para ver los efectos
del aumento de vibración una rueda girando con gran rapidez.
Supongamos primeramente que la rueda gira lentamente. Entonces
diríamos que es un «objeto». Si el objeto gira lentamente lo podremos ver
fácilmente, pero no sentimos el menor sonido. Aumentándose gradualmente
la velocidad en pocos momentos se hace ésta tan rápida que comienza a
oírse una nota muy baja y grave. Conforme sigue aumentando la velocidad
la nota se va elevando en la escala musical, y así se van distinguiendo unas
tras otras las diversas notas conforme aumenta la velocidad de rotación. Finalmente, cuando el movimiento ha llegado a cierto límite se llega a la última nota perceptible por el oído humano, y si la velocidad aumenta aún,
sigue el mayor silencio.
Nada se oye ya, pues la intensidad del movimiento es tan alta que el oído
humano no puede registrar sus vibraciones. Entonces comienzan a
percibirse poco a poco sucesivos grados de color. Después de un tiempo el
ojo comienza a percibir un oscuro color rojo. Este rojo va haciéndose cada
vez más brillante. Si la velocidad sigue aumentando el rojo se convertirá en
anaranjado, el anaranjado en amarillo. Después seguirán sucesivamente
matices verdes, azules y añil, y finalmente aparecerá el matiz violeta. La velocidad se acrecienta más aún: entonces desaparece todo color, porque el
ojo humano ya no puede registrarlos. Pero ciertas radiaciones humanas emanan del objeto en revolución: los rayos que se usan en la fotografía y otras
radiaciones sutiles de la luz.
Después comienzan a manifestarse los rayos conocidos bajo el nombre
de X, y más tarde empiezan a emanarse electricidad y magnetismo.
Cuando el objeto ha alcanzado cierto grado de vibración, sus moléculas
se desintegran, resolviéndose en sus elementos originales o átomos.
Después de los átomos, según el principio de vibración, se separarían en
innumerables corpúsculos o electrones, de los que están compuestos. Y, finalmente, hasta los corpúsculos desaparecerían y podría decirse que el objeto estaría compuesto por sustancia etérea. La ciencia no se atreve a llevar la
ilustración más allá, pero los herméticos dicen que si las vibraciones continuaran aumentando el objeto pasaría sucesivamente por estados de manifestación superiores, llegando al plano mental y después
al espiritual, hasta ser por último absorbido en el TODO QUE ES EL
Espíritu Absoluto. El «objeto», sin embargo, habría dejado de ser tal mucho antes de llegar a la sustancia etérea, pero de todas maneras la ilustración es correcta en cuanto demuestra los efectos del aumento continuo de
la intensidad vibratoria. Debe recordarse que en la ilustración anterior, con
el llegar a los estados en que el objeto irradia color, luz, etc., no se ha resuelto aún la cuestión en esas formas de energía (que están en un grado mucho más elevado), sino que simplemente llega a un grado de vibración en el
que esas energías se libertan hasta cierto punto de las limitadoras influencias de las moléculas, átomos y corpúsculos. Esas energías, si bien son muy
superiores en la escala a la materia, están aprisionadas y confinadas en las
combinaciones materiales, en razón de las fuerzas que se manifiestan a
través de ellas, y empleando formas materiales, y de esta manera se confinan en sus creaciones corpóreas, lo que, hasta cierto punto, es cierto en toda
creación, quedando la fuerza creadora envuelta en su propia creación.
Pero la doctrina hermética va mucho más allá que la ciencia moderna, y
afirma que toda manifestación de pensamiento, emoción, razón, voluntad,
deseo o cualquier otro estado mental, va acompañada por vibraciones, parte
de las cuales se emanan al exterior y tienden a afectar las mentes de los
demás por «inducción». Esta es la causa de la telepatía, de la influencia
mental y de otros efectos del poder de una mente sobre otra, la que ya va
siendo de dominio público, debido a la gran cantidad de obras de ocultismo
que están publicando discípulos e instructores sobre estas materias.
Cada pensamiento, emoción o estado mental tiene en su correspondiente
intensidad y modalidad vibratoria. Y, otras, esos estados mentales pueden
ser reproducidos, así como una nota musical puede ser reproducida haciendo vibrar las cuerdas de un instrumento con la velocidad requerida, o como
se puede reproducir un color cualquiera.
Conociendo el Principio de Vibración, aplicado a los fenómenos mentales, uno puede polarizar su mente en el grado que quiera, obteniendo así
un perfecto dominio y contralor sobre sus estados mentales. De la misma
manera, podrá afectar las mentes de los demás, produciendo en ellos los requeridos estados mentales. En una palabra, podrá producir en el Plano Mental lo que la ciencia produce en el físico, o sea las vibraciones a voluntad.
Este poder, por supuesto, puede adquirirse únicamente mediante las instrucciones, ejercicios y prácticas apropiadas, siendo la
ciencia que las enseña, la de la «transmutación mental», una de la rama
de la Filosofía Hermética.
Un poco de reflexión sobre lo que hemos dicho mostrará que el Principio
de Vibración está oculto tras todos los maravillosos fenómenos de los
poderes manifestados por los Maestros y Adeptos, quienes pueden
aparentemente eludir las leyes de la Naturaleza, pero que, realmente, no hacen más que emplear una ley contra otra, un principio contra otros, y que
llevan a cabo sus resultados modificando las vibraciones de las cosas materiales o de las energías, realizando así lo que comúnmente llamamos
milagros.
Como dijo una de las más antiguas autoridades herméticas: «Aquel que
ha comprendido el Principio de Vibración, ha alcanzado el cetro del Poder».
Armando Lopez
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