EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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AXIOMAS HERMÉTICOS-CAPÍTULO XV

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Mensaje por Armando Lopez Mar Mar 05, 2024 4:34 am


AXIOMAS HERMÉTICOS-CAPÍTULO XV

«La posesión del conocimiento, si no va acompañada por una manifestación y expresión en la práctica y en la obra, es lo mismo que el enterrar
metales preciosos: una cosa vana e inútil. El conocimiento, lo mismo que la
fortuna, deben emplearse. La ley del uso es universal, y el que la viola sufre
por haberse puesto en conflicto con las fuerzas naturales.»
El Kybalion

Las enseñanzas herméticas han sido cuidadosamente mantenidas en secreto, en el corazón de sus afortunados poseedores, por las razones ya expuestas, pero nunca se pensó en mantenerlas siempre así. La ley del uso está
encerrada en dichas enseñanzas, como puede verse en el párrafo anterior. Si
no se emplea y expresa, el conocimiento es una cosa vana que no puede
aportar el menor beneficio a su poseedor ni a su raza.
Guardémonos de toda avaricia mental, y expresemos en la acción lo que
hayamos aprendido. Estúdiense los axiomas y aforismos, pero practíquenselos también.
Damos a continuación algunos de los más importantes axiomas herméticos, tomados de El Kybalion, con algunos comentarios agregados.
Que cada uno los haga suyos y los practique y emplee, porque nunca
serán realmente una posesión propia hasta que se los haya llevado a la
práctica.
«Para cambiar vuestra característica o estado mental, cambiad vuestra
vibración.»
Uno puede cambiar sus vibraciones mentales, mediante un esfuerzo de la
voluntad, fijando la atención deliberadamente sobre el estado deseado.
La voluntad es la que dirige a la atención, y ésta es la que cambia la vibración. Cultívese el arte de estar atento, por medio de la voluntad y se
habrá resuelto el problema de dominar las propias modalidades y estados de
la mente.
«Para destruir un grado de vibración no deseable, póngase en operación
el principio de polaridad y concéntrese a la atención en
le polo opuesto al que se desea suprimir. Lo no deseable se mata cambiando su polaridad.»
Ésta es una de las más importantes fórmulas herméticas y está basada sobre verdaderos principios científicos. Ya se indicó que un estado mental y su
opuesto eran sencillamente dos polos de una misma cosa, y que mediante la
transmutación mental esa polaridad podía ser invertida. Los modernos
psicólogos conocen ese principio y lo aplican para disolver los hábitos no
deseables, aconsejando a sus discípulos la concentración sobre la opuesta
cualidad. Si uno tiene miedo, es inútil que pierda su tiempo tratando de
matar el miedo, sino que debe cultivar el valor, y entonces el miedo desaparecerá. Algunos autores han expresado esta idea, ilustrándola con el
ejemplo de una habitación oscura. No hay que perder el tiempo tratando de
arrojar afuera a la oscuridad, sino que es muchísimo mejor abrir las ventanas y dejar entrar la luz, y la oscuridad desaparecerá por sí sola. Para
matar una cualidad negativa es necesario concentrarse sobre el polo positivo de esa misma cualidad, y las vibraciones cambiarán gradualmente de
negativas en positivas, hasta que finalmente se polarizará en el polo positivo, en vez de estarlo en el negativo. La inversa es también verdad, porque
muchos han encontrado el dolor por haberse permitido vibrar demasiado
constantemente en el polo negativo de las cosas. Cambiando la polaridad
pueden dominarse las modalidades y estados mentales, rehaciendo toda la
disposición propia y construyendo así el carácter. Mucha parte del dominio
que los herméticos avanzados poseen sobre su mentalidad es debida a la inteligente aplicación de la polaridad, que es uno de los más importantes aspectos de la transmutación mental. Recuérdese el axioma hermético, citado
anteriormente, que dice:
«La mente, así como los metales y los elementos, puede transmutarse de
grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en
vibración.»
Dominar la polaridad significa dominar los principios de la transmutación
o alquimia mental; porque, salvo que se adquiera el arte de cambiar la
propia polaridad, no se podrá afectar el ambiente que nos rodea. Si comprendemos ese principio podemos cambiar nuestra propia polaridad, así
como la de los demás, siempre que dediquemos a ello el tiempo, el cuidado,
el estudio y la práctica necesarios para dominar ese arte. El principio es verdad, pero los resultados que se obtienen dependen de la persistente paciencia y práctica del estudiante.
«El ritmo puede neutralizarse mediante el arte de la polarización.»
Como ya explicamos en los capítulos anteriores, los herméticos sostienen
que el principio del Ritmo se manifiesta en el Plano Mental, así como en el
Plano Físico, y que la encadenada sucesión de modalidades, sentimientos,
emociones y otros estados mentales, son debida al movimiento oscilante del
péndulo mental, que nos arrastra de un extremo a otro. Los herméticos enseñan además que la ley de la neutralización nos capacita, en gran extensión, a sobreponernos a la operación del Ritmo en la conciencia. Como ya
hemos explicado, existe un plano de conciencia superior, así como uno inferior, y el maestro, elevándose mentalmente al plano superior, hace que la
oscilación del péndulo mental se manifieste en el plano inferior, mientras él
permanece en el otro, librando así su conciencia de la oscilación contraria.
Ésta se efectúa polarizándose en el Yo Superior, elevando así las vibraciones mentales del Ego sobre el plano de conciencia ordinario. Es lo mismo que levantarse por encima de una cosa y permitir que ésta pase por debajo. El hermético avanzado se polariza en el polo positivo de su ser, el YO
SOY, más bien que en el polo de su personalidad, y, rehusando y negando la
operación del Ritmo, se eleva sobre su plano de conciencia, permaneciendo
firme en su afirmación de ser, y la oscilación pasa en el plano inferior, sin
cambiar para nada su propia polaridad. Esto lo realizan todos los individuos
que han alcanzado cualquier grado de dominio propio, comprendan o no la
ley. Esas personas rehúsan sencillamente el dejarse arrastrar por la oscilación, y afirmando resueltamente su superioridad permanecen polarizados positivamente. El maestro por supuesto, alcanza un mayor grado de perfeccionamiento porque comprende perfectamente la ley que está dominando
con la ayuda de una ley Superior, y mediante su voluntad adquiere un grado
de equilibrio y firmeza casi imposible de concebir por los que se dejan llevar de un lado a otro por las oscilaciones de la emotividad.
Recuérdese siempre, sin embargo, que el principio del Ritmo no puede
ser destruido, porque es indestructible. Sólo es posible sobreponerse a una
ley equilibrándola con otra, manteniéndose así el equilibrio. Las leyes del
equilibrio operan tanto en el plano mental como en el físico, y la comprensión de esas leyes le permiten a uno sobreponerse a ellas,
contrabalanceándolas.
«Nada escapa al principio de causa y efecto, pero hay muchos planos de
Causalidad y uno puede emplear las leyes del plano superior para dominar a
las del inferior.»
Comprendiendo la práctica de la polarización, el hermético se eleva al
plano superior de causalidad, equilibrando así las leyes de los planos inferiores. Elevándose sobre el plano de las causas ordinarias se convierte uno,
hasta cierto punto, en una causa, en vez de ser un simple efecto. Pudiendo
dominar los sentimientos y modalidades propias, y neutralizando el ritmo,
se puede rehuir gran parte de las operaciones de la ley de causa y efecto en
el plano ordinario. Las masas se dejan arrastrar, obedeciendo al ambiente
que las rodea, a las voluntades y deseos de algunos hombres más fuertes
que ellas, a los efectos de las tendencias heredades o a las sugestiones u
otras causas exteriores, no siendo más que simples fichas en el tablero de
ajedrez de la vida.
Elevándose sobre esas causas, los herméticos avanzados buscan un plano
de acción mental superior, y dominando sus propias cualidades, se crean un
nuevo carácter, cualidades y poderes, mediante los cuales se sobreponen a
su ambiente ordinario, haciéndose así directores en vez de dirigidos. Esos
individuos ayudan a la realización del juego de la vida conscientemente, en
vez de dejarse mover por influencias, poderes o voluntades externas. Emplean el principio de causa y efecto en vez de dejarse dominar por él. Por
supuesto, aun los seres más elevados están sujetos a este principio según se
manifiesta en los planos superiores, pero en los inferiores son señores y no
esclavos. Según dice El Kybalion:
«El sabio sirve en lo superior, pero rige en lo inferior. Obedece a las leyes
que están por encima de él, pero en su propio plano y en las que están por
debajo de él, rige y ordena. Sin embargo, al hacerlo, forma parte del principio en vez de oponerse al mismo. El sabio se sumerge en la Ley, y comprendiendo sus movimientos, opera en ella en vez de ser su ciego esclavo.
Semejantemente al buen nadador, va de aquí para allá, según su propia voluntad, en vez de dejarse arrastrar como el madero que flota en la corriente.
Sin embargo el nadador, el sabio y el ignorante, están todos sujetos a la
ley. Aquél que esto comprenda va en el buen camino que conduce a la
Maestría.»
Para concluir, recordamos nuevamente el axioma hermético que dice que:
«La verdadera transmutación hermética es un arte mental».
En dicho axioma el hermético indica que el ambiente externo se influencia mediante el poder de la mente. El Universo, que es totalmente mental,
puede ser solamente dominado mediante la mentalidad. En esta verdad se
encontrará la explicación de todos los fenómenos y manifestaciones de los
diversos poderes mentales que tanto están atrayendo la atención actualmente, en pleno siglo XX. Tras toda la enseñanza dada por las diversas escuelas o religiones, yace siempre constantemente el principio de la substancialidad mental del Universo. Si éste es mental, en su naturaleza intrínseca,
fácilmente se deduce que la transmutación mental debe modificar y transformar las condiciones y los fenómenos del Universo, y que la mente debe
ser el mayor poder que pueda afectar sus fenómenos. Si se comprende esta
verdad, todos los llamados milagros y maravillas dejarán de tener punto alguno oscuro, porque la explicación es por demás clara y sencilla.
«El TODO es MENTE; el Universo es mental.»
El esoterismo es rico en palabras claves, símbolos y «esencias»
conceptuales. Su transmisión, a través de las edades, implicó un esforzado aprendizaje, una memorización de significados, «acentos» y una persistente custodia de sus valores originales para que nada de lo preservado
perdiera su color, su sabor, su propósito y su intensidad. Al amparo de tales
premisas fue creciendo paulatinamente el árbol de la ciencia hermética que
reconoce como sus raíces a El Kybalion. Y este último resumen de un
conocimiento intemporal, encontró en Hermes Trismegisto a su más consumado mentor y mensajero. En estas páginas redactadas con hondura y ex-
actitud por tres iniciados, es posible pasar revista a tópicos realmente sapienciales sobre la filosofía oculta. Sus principios rectores (en los que el mentalismo, la correspondencia, la vibración, la polaridad, causa y efecto, y la
generación juegan papeles preponderantes); la transmutación mental, la totalidad, el universo mental, la paradoja divina y los axiomas herméticos son
tan sólo algunos de los temas tan bien expuestos aquí. El Kybalion es, pues,
una exposición sincera y rotunda de los esquemas básicos del esoterismo, y
como muy bien lo señalan los tres iniciados, no se proponen erigir un nuevo
templo de la sabiduría, sino poner manos del investigador la llave que abrirá
las numerosas puertas internas que conducen hacia el Templo del Misterio.
Y, en rigor de la verdad, las muchas reediciones de esta obra, su constante
renovación, a través de los distintos círculos herméticos del mundo en sus
reflexiones, pláticas, conferencias y clases, son ratificación elocuentísima
de las bondades de una doctrina que ilumina a la humanidad desde hace
siglos.


Armando Lopez
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